Parejas de hecho

(Acuarela de Ana Miralles, publicada en Cosmopolitan)
 

 

Desde hace algunos años las colocaciones se han convertido en el tema estrella de la lingüística.

¡Toma, y de todo hijo de vecino! Como que la vida está muy achuchada y la gente es capaz de todo con tal de conseguir un trabajillo. Estarán pensando que ahora viene el momento en el que este blog les da ¡por fin! consejos útiles. Pues no, siento defraudarles: colocaciones en lingüística no es lo que parece, nos referimos a palabras que van juntas como si fuesen parejas de hecho. Por ejemplo, mirar fijamente es una colocación porque este adverbio solo se usa con mirar: no podemos decir *escuchar fijamente, aunque podamos mirar atentamente y escuchar atentamente. O sea que mirar se comporta como un macho celoso y posesivo con fijamente y la vigila de cerca: mientras que él se va con cualquiera –mirar curiosamente, mirar mucho, mirar a todas, etc–, la palabra fijamente o sale de paseo del bracete de mirar o más le vale quedarse en casa. No es la única, también tenemos de reojo, que tampoco puede ir con nadie más que con mirar: mirar de reojo, pero no *ver de reojo, lo que no deja de ser curioso cuando resulta que para mirar hay que ver. Y así les pasa a cientos, a miles de combinaciones de palabras: aceite virgen, banda sonora, polígono industrial, asignatura pendiente, campaña electoral, alerta roja, virus informático, triángulo equilátero, antena parabólica, balanza de pagos, puesto de trabajo, nicho ecológico, todo esto y mucho más son colocaciones.

Las colocaciones son un fastidio para aprender lenguas porque no suelen coincidir. Así, cuando comparamos el español con el francés resulta que nosotros damos una sorpresa a alguien, pero ellos se la hacen (faire une surprise) y cuando lo comparamos con el inglés nos encontramos con que esa gente tan rara, que siempre está tomando té, no toma una ducha –al fin y al cabo las dos cosas consisten en que te cae agua caliente, bien por dentro, bien por fuera– sino que tiene una ducha (to have a shower). Esto sucede hasta con lenguas tan próximas como el catalán, donde se dice que algo no paga la pena en vez de no vale la pena. Por eso, más que “colocaciones” habría que llamarlas “parejas de hecho”: los que estamos fuera del meollo nunca entenderemos qué ha podido ver la delicada Isabelita en el zafio grosero de Ramoncín, pero así es la vida.

El reconocimiento de las parejas de hecho lingüísticas viene a ser como el fin del sentido común y la instauración del más desenfrenado romanticismo. Se supone que la gente de sexo opuesto se atrae porque se complementa mutuamente y así procedieron durante siglos todos los progenitores cuando buscaban pareja para sus hijos e hijas: como Elenita es guapilla, heredará un patrimonio aceptable y sabe contabilidad, ¿qué te parece si la casamos con Juanito, que es un tipo bien parecido, también tiene el riñón bien cubierto y posee un comercio de lanas al por mayor? Nada más justo. Bueno, pues no, luego resulta que la atracción es fruto del capricho, que Elenita va a una fiesta, ve a un tipo con un piercing en la nariz y un tatuaje obsceno en la pantorrilla y va y se enamora del guayabo como una tonta. Con las colocaciones sucede algo parecido.

Cuando estudiamos lenguas extranjeras aprendemos enormes listas de vocabulario y unas tediosas reglas gramaticales para combinar palabras. La cosa parece sencilla. Sacas un sustantivo del diccionario y ya tienes el sujeto, luego le añades un verbo que concuerde con él y, finalmente, pones otro sustantivo como objeto directo: ya puedes decir tu primera oración en inglés. Hagamos la prueba: quiero decir Juan tomó la decisión de hacer el examen, o sea, John took the decision of making the exam. ¿A qué sí? Pues va a ser que no. Resulta que en esa lengua del demonio dicen to make decisions y to take an exam, justo al revés. Así no se puede ir por la vida, pues en vez de combinar palabras lo que cada lengua hace es dárnoslas ya combinadas a su bola, como cuando confeccionamos el menú yendo a comprar un Big Mac con patatas fritas al burger.

Como la política es más que nada los discursos que hacen los políticos, nos encontramos con que todo lo que está pasando últimamente es culpa de las colocaciones. Ya saben: que en las últimas elecciones en España nadie ha sacado mayoría suficiente y los distintos partidos andan locos con sus pactos. Pactar es formar parejas de hecho y uno podría esperar que cada oveja se fuese con su pareja. Por ejemplo, el PP con Ciudadanos y si aun así no suman, también con el PSOE. Es lo que llaman la gran coalición, la que le gusta al señor Juncker, tan previsible él. Pero resulta que no, que las parejas de hecho que se están perfilando son de lo más hipster. Un buen día nos sale Rajoy fingiendo que le llama Puigdemont y luego se descubre que todo fue una broma de una radio: venga presi, no sea pillín, ¿quién no ha llamado por teléfono a una chica que le molaba haciéndose pasar por el cobrador del gas? Otro día va Sánchez y le echa los tejos nada menos que a ERC, dice que por cortesía parlamentaria, porque en realidad lo que quería es ligarse a Podemos: la vieja táctica de sacar a bailar a su amiga para ver si la niña de tus sueños te hace caso. Pues anda que Podemos, que tan pronto dice que son cuatro como que son uno: eso se llama táctica del despiste, la quiero mucho porque es de la pandilla y a todos nos cae bien, pero el que está colado por la chorba soy yo aunque me cueste reconocerlo.

Señores diputados, a mi no me engañan, ustedes lo que están buscando es una buena colocación. ¿O no?

3 Comentarios

  1. gabriel alonso escribió:

    Me pregunto cómo dicen en Inglaterra para referirse a «los aledaños del estadio». Este tema de las parejas de hecho es «eminentemente práctico» …»mola mogollón» («mola»
    puede juntarse también con «mazo».

    Muy interesante el post: me voy a buscar más parejas de hecho

    02/02/2016
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    • Ángel López García-Molins Ángel López García-Molins escribió:

      Pues que tengas suerte. De todas maneras lo que caracteriza a los artistas es que se salen de la senda prevista, así que a lo mejor encuentras parejas de rehecho

      04/02/2016
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  2. Concha D'Olhaberriague escribió:

    ¡Qué bien me lo he pasado leyendo Parejas de hecho, Ángel!
    Y ¿qué me dices de «arrimar el hombro» y «tirar del carro»? No sé yo si algún que otro político y alguna que tenía un ratón serían capaces de articular palabra prescindiendo de estos tediosos modismos, que no colocaciones.
    Un abrazo fuerte,
    Concha

    24/05/2017
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