LAS PALABRAS Y LAS COSAS

Uno de los primeros traumas que se llevan mis alumnos de lingüística es comprobar que las palabras van por un lado y las cosas por otro. Suelo provocarles haciéndoles reflexionar sobre los nombres de los colores: ¿existen el rojo, el verde, el amarillo? ¡Vaya una boutade! –veo que piensan sin decírmelo. Y sin embargo, según les hago notar, hay una lengua de Nueva Guinea, la de los dani, donde solo existen dos nombres de color, uno para los tonos cálidos y claros (mola) y otro para los fríos y oscuros (mili). O sea que la mili mola no significa en dani lo que parece. ¿Creen ustedes (trato de usted a mis alumnos: como en Francia, Alemania o Italia, nada que ver con este país de salvajes) que estos indígenas australianos saben qué es el amarillo? Bueno, ¿lo ven cuando comen limones, no? –me salta el avispadillo de la primera fila. Claro, claro, le contesto, pero ahora dígame de qué color es la mochila que hay encima de la mesa. –Rosa, me dice con seguridad. Y entonces me vuelvo a cualquier compañera suya y se lo pregunto a ella: –¿Usted diría que esta mochila es rosa? –No, es fucsia, dice la alumna sin vacilar. Risas, confusión del interpelado, estupor del personal, momento que aprovecho para hacerles comprender que las mujeres reconocen muchos más colores que los hombres porque el lenguaje de la moda las ha entrenado para ello.

Dicen que la naturaleza tiene miedo al vacío y que cuando una especie animal o vegetal flaquea en un territorio, inmediatamente lo colonizan otras especies competidoras. Bueno, pues en el espacio de la mente ocurre lo mismo. En el pensamiento no puede haber huecos, si solo usamos una palabra para designar una franja de contenido, se nos escaparán muchos más matices que si usamos dos o tres. Esto se nota también al comparar lenguas: en español distinguimos vago de perezoso, en alemán todo se llama faul, de manera que alguien que no da golpe queda equiparado a alguien que tal vez trabaje mucho, pero al que se le pegan las sábanas. También ocurre al contrario: en alemán distinguen entre el comer de las personas, essen, y el de los animales, fressen, en español no.

Estarán pensando que este blog, lingüística para frikis, es en realidad una clase de lingüística disfrazada. Vamos que tengo mono de soltar el rollo y no me conformo con mis alumnos de la facultad. Pues no, no llego a tanto. Lo que quiero hacerles ver es que los espacios políticos son espacios de pensamiento como cualesquiera otros. Existen el PP, el PSOE, CiU, IU, PNV, Ciutadans, UPyD, ahora Podemos. Y muchas otras siglas, claro, solo que irrelevantes. Es como lo de los colores, los hay primarios, sin los cuales uno no puede funcionar en español (rojo, verde, azul, amarillo…) y los hay secundarios (caldero, marfil, ocre…). De la misma manera también hay un montón de partidos políticos secundarios que no se comen un rosco y que la mayoría de la gente ni conoce. Pero los primarios no son un lujo, responden a tendencias consolidadas en la visión de la cosa pública y es muy malo que se achiquen hasta lo inverosímil.

Lo señalo a propósito del famoso bipartidismo. Ahora resulta que el bipartidismo, es decir, PP o PSOE y fuera de nosotros el diluvio, era un chollo y facilitaba la gobernabilidad. De lo segundo no tengo la menor duda, y eso que a efectos de gobernabilidad aún era mejor el unipartidismo en el que se especializó el general Franco. Pero es que los partidos no están para mandar (y de paso pillar algún chollo), están para representar a los ciudadanos. Por consiguiente un país en el que solo mandan dos partidos es como los colores de los dani. Declaración solemne de Mariano Rajoy, míster mili (también llamado el pantalla de plasma) de los dani españoles: “los partidos tradicionales son los que han hecho grande a Europa, en las naciones donde hay dos grandes partidos es donde hay mayor bienestar y riqueza”. Declaraciones de Pedro Sánchez, míster mola (también llamado el guaperas) de los dani españoles: “en España no va a pasar lo de Grecia porque aquí sí hay alternativa al partido gobernante, somos nosotros, el PSOE”. Y todo esto al día siguiente del cataclismo Syriza en Grecia. Pues qué bien, no necesitamos rojo, verde, azul, blanco, amarillo y negro, con claro y oscuro tenemos más que suficiente.

Lo dudo, no hay ninguna razón para suponer que las fotos en blanco y negro son mejores que las fotos en color. Las fotos en blanco y negro respondían a una deficiencia técnica, exactamente igual que el turno de partidos (Cánovas y Sagasta, ya saben) de la Restauración, pero el mundo que reflejaban era parcial y deformado. Que yo sepa, en el imaginario de los españoles existen la derecha, el centroderecha, el centroizquierda y la izquierda. O sea que, como mínimo tiene que haber espacios viables para el PP, Ciudadanos / UPyD, el PSOE y Podemos / IU. Esto no quiere decir que sean equivalentes, pues los votos de la gente concederán el espacio que se merece a cada cual. Tampoco ganamos nada con una lengua en la que haya dos colores, uno genérico (el oscuro) y otro específico (por ejemplo, el marrón). Es lo que insinuaban en la convención nacional del PP, que todo se reduzca a Podemos vs. PP, idea que el propio Pablo Iglesias corroboraba en el mitin de la Fonteta de San Luis en Valencia. Esta solución aún es más inadecuada que la anterior, pues mezcla churras con merinas. Es, como si dijésemos, una solución al estilo del horrendo fish and chips de los británicos: un ladrillo de pescado triturado y prensado (¿cuáles?: no importa) acompañado de papas fritas (de pepes fritos, para ser exactos). Hay que prevenir contra la falacia de la transversalidad: si beneficio a la gente de clase media acomodada, perjudicaré a la clase baja marginal, no se puede dar gusto a todos. Lo que hace falta es un fifty, fifty, un ni para ti ni para mí. Bueno, me callo, que es la hora. Otro día, más.

4 Comentarios

  1. gabriel alonso marín escribió:

    Muy interesante la comparación de los paertidos y los colores. Generalmente si los mezclas todos dale un gris tirando a negro

    30/01/2015
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    • Lucía escribió:

      ¡Cómo se nota que eres pintor, Gabriel! ¡Menuda lección de antropología lingüística y cognitiva, D. Ángel! . Suave, cierta, reflexiva y divertida. Gracias.

      03/02/2015
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  2. Covadonga López Alonso escribió:

    Prendre à temoin el universo de los colores para dar cuenta de la polifonía de voces en el panorama político español, con esa propuesta de desdoblamientos de pares, es un hermoso ejercicio de cómo los objetos lingüísticos permiten acceder de las palabras a sus universos de representación. El texto, además, atrae al lector porque no sólo se entiende perfectamente sino que subyuga por el poder del ejemplo.

    05/02/2015
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