DECLINACIONES
Hace unos días comenzaba las clases en una asignatura del segundo cuatrimestre leyendo y comentando los pormenores del programa. Al final se me ocurrió añadir un par de latinajos extraídos del inventario de aurea dicta que los filólogos de mi quinta solemos atesorar celosamente, más o menos como las beatas memorizaban oraciones y los médicos, recetas. –Ya ven que no es un programa fácil –les dije–, pero per angusta ad augusta o, si lo prefieren, per aspera ad astra. ¡Nunca lo hubiera hecho! Los alumnos se me quedaron mirando estupefactos y uno, más atrevido que los demás, me espetó rencorosamente: –Pero eso es latín. –Claro, estamos en lingüística y el latín es una lengua, una hermosa lengua, objeté. –No se entiende –me amonestó severamente una chica de la primera fila– y además es muy difícil. –¿De verdad le parece difícil? Al fin y al cabo usted me está hablando en latín, solo que un poco raro. La chica se me quedó mirando como si estuviera loco y zanjó la cuestión con una sentencia apodíctica: –Tiene declinaciones y todo eso. No sé a qué se refería con lo de “todo eso”, pero lo de las declinaciones lo entendí enseguida. Los alumnos no soportan una lengua con declinaciones. Acostumbrados a que la lengua extranjera que hay que aprender es el inglés, todo lo que no sea del mismo estilo les suena extravagante y casi provocador. Por eso tuve que recurrir a un recurso desesperado: ¡la tesis de Camps!
Sí, me refiero a Paco Camps, el ex presidente de la Comunidad Valenciana que fue imputado por el caso de los trajes y al que ahora le podrían caer unos añitos de cárcel por el escándalo de la Fórmula-1. No sé si saben que Camps leyó su tesis doctoral en la universidad amiga de Miguel Hernández y ahora se niega a permitir que nadie la consulte. La verdad es que nos tiene a todos intrigados. Hombre, sin salirme de su partido, se entiende que oculten la caja B y su largo rosario de sobresueldos, o las tarjetas black, pero … ¿una tesis? Aún si hubiera sido la historia de su época de gobierno, con sabrosos comentarios sobre el Bigotes o sobre la visita del Papa. Pero no, según el título, tan solo versa sobre una propuesta de reforma del sistema electoral español, tema nada atrevido porque es de lo que venimos hablando todos los ciudadanos en la barra del bar desde hace años. Es inevitable que a uno le pique la curiosidad. Tanto, tanto, que me puse en contacto con un amiguete de la Miguel Hernández y ha conseguido verla y, lo que es más interesante, fotografiarla con el móvil. El resultado es un verdadero wikileaks de andar por casa, aunque no menos morboso. Ahí tienen una primicia informativa: ¡la tesis de Camps no es de Derecho (aunque sí de derechas), sino de Filología, por eso no se atreve a exhibirla por ahí!
Tampoco es de extrañar. El ex presidente siempre le tuvo afición al tema filológico. En realidad es un filofilólogo o, si prefieren, un filólogo al cuadrado. Aún recordamos con nostalgia sus sesudas disquisiciones sobre la lengua valenciana que, naturalmente, situaba a años luz de la catalana porque al espejo y a los niños los llaman de otra manera. Más claro, agua. Pero no nos desviemos: la tesis consiste en explicar los casos latinos a base del sistema electoral y su propuesta de reforma. Eso se llama interdisciplinariedad. Y como me pareció una propuesta audaz e innovadora se la conté tal cual a mis estudiantes, eso sí, sin citar al autor porque ya se sabe que las tesis son como las descargas de Internet, consisten en fusilar descaradamente a diestro y siniestro.
Como lo leí, se lo cuento. Dice Camps que caso significa “caída” en latín, así que los casos del nombre vienen a ser las caídas del nombre. Hay un caso recto, el nominativo, y cinco casos oblicuos que están en distintas fases de la caída: acusativo, genitivo, dativo, ablativo y vocativo. Hasta aquí nada que objetar. Lo emocionante empieza cuando compara al PP con el nominativo, al PSOE con el acusativo, a Ciutadans / UPyD con el genitivo, a IU con el dativo, a Podemos con el ablativo y a los nacionalistas periféricos (CiU, ERC, PNV, etc.) con el vocativo. La verdad, es una pasada. A primera vista parece un cuentecillo sin importancia, una metáfora de andar por casa, como cuando Aznar decía que iba a sacar a España del rincón de la historia (y bien que lo consiguió transformando toda ella en una macrourbanización). Pero esto no deja de ser muy simple, lo entiende cualquiera. La metáfora de Camps exige hermenéutica. ¿Cómo quieren que mis alumnos entiendan lo de los casos así, a palo seco? Si fuera el caso Matas, el caso Bárcenas, el caso de los ERE, pero no, son los casos latinos. Por eso lo de Camps tiene mucho mérito.
Veamos los argumentos de la tesis. Primero está el caso fetén, el nominativo, el caso del sentido común que no se deja doblegar y que hace de sujeto. Es el que da nombre a las palabras y así aparecen registradas en el diccionario. Son como el PP, una roca sin complejos. Las lenguas que no tienen casos tienen palabras de diccionario, así que solo hay nominativos. Y no les va mal. Por eso, si solo existiese el PP, tampoco pasaría nada. Es lo que ocurría en la época de Don Pelayo y en la de los Reyes Católicos y en la del Generalísimo. Pero ya se sabe que para estar en Europa hay que transigir con esa lata de la democracia parlamentaria. Bueno, con tal de que el PP gane siempre por mayoría absoluta…
Por desgracia, los votantes son volubles y no siempre gana el PP. Para que la sangre no llegue al río se inventó el PSOE, que es una especie de acusativo. Es el segundo de los casos en importancia y a veces, como en las oraciones de infinitivo, asciende a sujeto. Felipe González lo llamó “blanco o negro, siempre caza ratones”. Pedro Sánchez, que es mucho más soso, habla de responsabilidad. Sea como sea, se trata de un caso respetable, un alter ego razonable del PP. Hay fases de la historia en que a las lenguas les basta con una declinación bipartidista, quiero decir, bicasual. Por ejemplo en antiguo francés no había más que nominativo y acusativo. Nada tiene de extraño que en el PP y en el PSOE –y mucho antes en la España de la Restauración– piensen que con las dos caras de la moneda los votantes van que se matan.
Siempre hay resentidos que promueven un tercer caso en discordia, el dativo. El dativo es el caso del beneficiario, es un caso que se pasa la vida pidiendo, generalmente desde los sindicatos, y por eso IU se inventó aquello de CC.OO. En realidad es el pariente pobre y nunca llega a hacer de sujeto. Esta innovación suele provocar turbulencias que perjudican a la pareja originaria.. Por ejemplo, el rumano es una lengua neolatina con tres casos, el nominativo-acusativo, que tienen que compartir piso, el dativo y el vocativo. En otras palabras: que los tríos de casos son peligrosos, como todos los ménages à trois. Empiezas con un nuevo partido y acabas con la pinza de Anguita.
No paran las cosas aquí. A veces los casos tienen un espacio mínimo, solo nos los encontramos en la frase, como le sucede al genitivo. Lo mismo se puede decir de su versión política, tanto de Ciutadans como de UPyD. En realidad, estos dos partidos surgieron como una respuesta al nacionalismo de Cataluña y del País Vasco respectivamente. Fueron creciendo, y ahora que están fuertes –sobre todo Ciutadans– han salido de su madriguera y compiten en toda España. También hay verbos que rigen complementos en genitivo, como era de esperar.
Incluso hay un caso omnívoro, un caso que toma de aquí y de allá, el ablativo. Cuando se traducen al español los casos del latín, se ponen ciertas preposiciones delante del nombre: Nom. rosa, Acus. a la rosa, Dat. para la rosa, Gen. de la rosa. Bueno, pues el ablativo es un totum revolutum: en, con, sobre, de, para, a, contra… la rosa. Aquí aparecen todas y todos, es un poco como Podemos, que parece un partido bolivariano, pero luego resulta que ellos dicen ser de centro y a veces hay quien cobra unas cantidades que ya, ya. El ablativo es el primer caso que desapareció en el paso del latín a las lenguas románicas, así que lo suyo puede que vaya a ser el sueño de una noche de verano. Pero yo no me fiaría: en cuanto uno se descuida, te lo encuentras de ablativo agente reemplazando al antiguo sujeto en las pasivas.
Y para terminar el vocativo. Esto no es un caso, es un grito, un anhelo, una lágrima. Su traducción al español no lleva preposición, sino exclamaciones: Voc. ¡oh rosa! El vocativo es un caso que no se basa en el raciocinio, sino en la emoción. Más o menos como nuestros nacionalismos. A los del PNV les da por poner cara seria delante de unos señores que danzan con unos palos, a los de CiU delante de torres humanas. Incluso hay una secta especializada en el lloriqueo, la de ERC. Parece que estén en misa. También les privan las banderas, les gusta disfrazar a la gente con camisetas de colores y tejer enormes motivos florales en la vía pública (igualico que en las exhibiciones sindicales del primero de mayo: ¿o se trataba de otros nacionalistas?). Los gramáticos no acaban de ponerse de acuerdo sobre si el vocativo es un caso u otra cosa. Los politólogos tampoco tienen claro que los partidos nacionalistas puedan funcionar normalmente en democracia.
En fin, ya ven, la tesis de Camps vale un potosí. ¡Lo que daría por publicarla en nuestro Departamento de Lingüística! Desgraciadamente la universidad pública le da repelús, a él solo le gusta la católica, a la que ha regalado innumerables solares y edificios al tiempo que se saltaba las normas para permitirle abrir centros repetidos a porrillo. Dicen que se justifica con el argumento de que si no se crean facultades de medicina de la cuerda, nadie sabe qué pasará con el derecho a la vida y que si no se crean facultades de educación ídem, los maestros acabarán explicando Educación para la Ciudadanía en vez de la Ley de Símbolos Valencianos. Puede que tenga razón. De todas maneras, yo le invitaría a reconsiderar su negativa: al fin y al cabo lo de los casos latinos, como su nombre indica, ocurre en latín y el latín es lengua de curas. Vete a saber si Camps pasa a la historia por haber ayudado a la universidad pública a salvar el alma, ya que no el presupuesto, gracias a sus publicaciones filológicas.
¡Qué suerte tienen esos estudiantes!!! raras veces se matan tantos pájaros de un tiro!!! Excelente y amena descripción de los casos, ironía sin límites sobre el tema Camps y adaptación adecuadísima al plural panorama político de este país…. con doxa final!!!
Aparte de la descripción de los casos del latín y del descubrimiento de esta nueva luminaria de la filología, el ínclito Camps el de los muchos trajes (así, con epíteto épico), lo que me fascina es un sistema educativo capaz de producir reacciones como las de los estudiantes. Esa especie de irritación con lo que no saben y aspiran a no saber. Como decían en «Las invasiones bárbaras»: no saben nada de lo que nos les hemos enseñado.
Espléndidas las entradas de este blog, a las que no les falta sabiduría lingüística e ironía. Me he reído con sus comentarios, pero el personaje que me fascina es Camps. El doctor Camps, el filólogo, me recuerda a otro sabio especialista en Shakespeare: Federico Trillo. La característica común de esta gente es el no haber pasado de la primera declinación, del rosa rosae, pues comparten la misma habilidad: ¿la de doctorarse de verdad en alguna disciplina?, no: la de marcharse de rositas.
Parece que la tesis de Trillo adolece de abundante intertextualidad y de algunos préstamos de un libro de Duncan Salkeld. Sería edificante comprobar los resultados de un estudio de literatura comparada. ¿O no vale la pena?
Hola, Luis, te cuento una anécdota real. Una vez un doctorando de un discípulo mío se empeñó en que Trillo formara parte de su tribunal de tesis. Como presidente del mismo le escribí para invitarle y me dijo que solo aceptaría si iba de presidente. Como era el último mono porque en la universidad no cuenta ser ministro, sino la antigüedad como doctor, naturalmente le dijimos que nones y no vino. Ya ves. Un abrazo